A la abuelita.
Hay gente que asume que sabe más que Dios, y llama a la medicina del alma, droga.
Es como llamar huracán al viento o tsunami al mar. O asesino al hombre. Y puta a la mujer. O pederasta a Dios, gracias a ciertos sacerdotes.
La ignorancia tiende a no distinguir los matices, ni los colores, ni los aromas, ni las texturas, ni las profundidades, que tiene la verdad de la vida cuando se vive en presente.
La verdad es claroscura.
La luz más bella es cuando el sol y la luna hacen el amor, dos veces al día, al amanecer y el atardecer. No existe el blanco y el negro absolutos. Como ni el ayer ni el mañana. Ni lo bueno ni lo malo.
Negar la verdad es tan cómodo como vivir en la incomodidad de la mentira oficial.
Resumen: la comodidad es incómoda. Por naturaleza.
Las plantas medicina son las fórmulas mágicas que el Creador nos otorga para sanar las heridas del alma: tan profundas que no se lavan simplemente con agua y jabón. Ni se borran con agua bendita. Ni logra absolverlas el anillo del papa ni obispo alguno.
Estamos hablando de heridas serias, no dramas, de ésas que hacen que la vida valga la pena.
Las plantas medicina son el alivio después de la batalla de los siglos. La recompensa divina a la fe humana. La luz al final del túnel oscuro del despertar de la humanidad.
Son actos de amor, hechos de la fe: Dios en planta medicina.
Santiago Pando
www.creerescrear.com
La verdadera comunión con Dios.
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